“Por fin acabó cuando mi tío Phil vio los cardenales de mi
tía Rebecca y por fin le sonsacó la verdad. Entonces, se reunió con unos
cuantos amigos de la fábrica y buscaron al segundo marido de mi abuela en un
bar. Y le dieron una paliza tremenda. A mi tío Phil le encanta contar la
historia cuando mi abuela no está cerca. La historia siempre cambia pero lo
principal sigue siendo igual. El tipo murió cuatro días después en el hospital.
Todavía no sé cómo se libró de la cárcel el tío Phil por
hacer lo que hizo. Se lo pregunté una vez a mi padre, y dijo que la gente del
vecindario entendía que algunas cosas no tenían nada que ver con la policía. Dijo
que si alguien tocaba a una hermana o una madre, tendría que pagar por ello, y
todo el mundo haría la vista gorda.
Es una lástima que aquello durara siete años, porque mi tía
Rebecca sufrió la misma clase de maridos. En cambio, su experiencia fue
distinta porque los vecinos cambian. Mi tío abuelo Phil era demasiado viejo, y
mi padre había dejado su ciudad natal. Ella tuvo que conseguir órdenes de
alejamiento.
Pienso en cómo serán en el futuro mis tres primos, los hijos
de la tía Rebecca. Una chica y dos chicos. Me da pena, también, porque creo que
la chica probablemente acabe como mi tía Rebecca, y uno de los chicos acabe
como su padre. El otro puede acabar como mi padre, porque es bueno con los
deportes y tiene un padre distinto del de sus hermanos. Mi padre habla mucho de
él, y le enseña cómo lanzar y batear una pelota de béisbol. Yo solía ponerme
celoso cuando era pequeño, pero ya no lo hago, porque mi hermano dijo que mi
primo era el único de su familia que tiene una oportunidad. Necesita a mi padre.
Supongo que ahora lo comprendo.
(…) No sé por qué, pero entiendo perfectamente por qué mi
padre tuvo que salir de esta casa. Cuando supo que mi abuela nunca encontraría
otro hombre porque había dejado de confiar en los demás, y que nunca buscaría
otra cosa porque no sabía cómo hacerlo. Y cuando vio que su hermana empezaba a
traer a casa versiones más jóvenes de su padrastro como novios. Simplemente, no
podía quedarse.
Me tumbé en su antigua cama y miré por la ventana al árbol,
que probablemente fuera mucho más bajo cuando mi padre lo miraba. Y pude sentir
lo que él sintió la noche en que se dio cuenta de que si no se iba, no tendría
una vida propia. Sería la vida de ellos. Por lo menos, así nos lo contó. Quizá por
esa razón la familia de mi padre ve la misma película todos los años."
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