Las ventajas de ser un marginado, Stephen Chbosky

“Por fin acabó cuando mi tío Phil vio los cardenales de mi tía Rebecca y por fin le sonsacó la verdad. Entonces, se reunió con unos cuantos amigos de la fábrica y buscaron al segundo marido de mi abuela en un bar. Y le dieron una paliza tremenda. A mi tío Phil le encanta contar la historia cuando mi abuela no está cerca. La historia siempre cambia pero lo principal sigue siendo igual. El tipo murió cuatro días después en el hospital.

Todavía no sé cómo se libró de la cárcel el tío Phil por hacer lo que hizo. Se lo pregunté una vez a mi padre, y dijo que la gente del vecindario entendía que algunas cosas no tenían nada que ver con la policía. Dijo que si alguien tocaba a una hermana o una madre, tendría que pagar por ello, y todo el mundo haría la vista gorda.

Es una lástima que aquello durara siete años, porque mi tía Rebecca sufrió la misma clase de maridos. En cambio, su experiencia fue distinta porque los vecinos cambian. Mi tío abuelo Phil era demasiado viejo, y mi padre había dejado su ciudad natal. Ella tuvo que conseguir órdenes de alejamiento.
Pienso en cómo serán en el futuro mis tres primos, los hijos de la tía Rebecca. Una chica y dos chicos. Me da pena, también, porque creo que la chica probablemente acabe como mi tía Rebecca, y uno de los chicos acabe como su padre. El otro puede acabar como mi padre, porque es bueno con los deportes y tiene un padre distinto del de sus hermanos. Mi padre habla mucho de él, y le enseña cómo lanzar y batear una pelota de béisbol. Yo solía ponerme celoso cuando era pequeño, pero ya no lo hago, porque mi hermano dijo que mi primo era el único de su familia que tiene una oportunidad. Necesita a mi padre. Supongo que ahora lo comprendo.

(…) No sé por qué, pero entiendo perfectamente por qué mi padre tuvo que salir de esta casa. Cuando supo que mi abuela nunca encontraría otro hombre porque había dejado de confiar en los demás, y que nunca buscaría otra cosa porque no sabía cómo hacerlo. Y cuando vio que su hermana empezaba a traer a casa versiones más jóvenes de su padrastro como novios. Simplemente, no podía quedarse.
Me tumbé en su antigua cama y miré por la ventana al árbol, que probablemente fuera mucho más bajo cuando mi padre lo miraba. Y pude sentir lo que él sintió la noche en que se dio cuenta de que si no se iba, no tendría una vida propia. Sería la vida de ellos. Por lo menos, así nos lo contó. Quizá por esa razón la familia de mi padre ve la misma película todos los años."

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